lunes, 12 de diciembre de 2011

¿Es un niño inquieto o hiperactivo?



El trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), puro o asociado a un trastorno de la conducta, de las emociones o del aprendizaje, es en la actualidad la problemática más frecuente en psicopatología infantil. Su prevalencia es estimable entre 2 y 6 de 100 entre los escolares. La atención y la memoria de trabajo son los dos pilares del llamado sistema ejecutivo; este se encarada de planificar la acción, controlar la impulsividad y adaptarse flexiblemente a los cambios. Por eso, el déficit primario de atención tiene consecuencias cognitivas y comportamentales relevantes, y se acompaña en gran parte de los casos de una hiperactividad estéril.

El correcto diagnóstico, siempre sobre bases clínicas, se realiza conjugando la información de los padres y de los profesores con la observación directa del niño, y con los resultados de pruebas dirigidas a poner de manifiesto sus capacidades. Muchos niños, considerados de primera mano como innatos y/o hiperactivos en el medio académico o familiar, no representan sino variantes de la normalidad, con buena capacidad adaptativa si se les propicia un entorno adecuado. Otros están como “perdidos” en la escuela porque su capacidad intelectual es limítrofe y/o tienen déficits en aprendizaje básicos, etc. La atención implica intención, sobre todo en tareas que exijan cierto esfuerzo continuado. Los juegos de computadora son trucos que gratifican a la persona cada pocos segundos y así aparentar canalizar su atención durante largos ratos; pero son muy diferentes de la vida misma. La televisión es en si misma un falseador de la realidad, tanto para los niños como para los adultos, en cambio los juegos de mesa donde se une la adecuada interrelación entre varios miembros, ya sean familiares, amigos, etc. Supone una situación mucho más rica y real, con turnos que respetar, decisiones a realizar, comentarios verbales, astucias y emociones diversas, todo esto lleva a que la persona logre desarrollar capacidades que se encuentran bajas y/o aquellas que no se encuentran en el sujeto, tanto a nivel cognitivo, afectivo, conductual, motor, valores, etc.

Los niños y niñas verdaderamente afectados de un déficit de atención tienen disfunción del soporte cerebral  para el control de la impulsividad y de la selección de estímulos. Existen una abundante documentación sobre las bases biológicas (predisposición genética, disfunción de neurotransmisores, etc.) de este trastorno en su forma genuina. Una gran parte de los niños afectados se benefician de tomar alguna medicación: Vías de ensayo para el TDAH. Pero, en cualquier caso, es insoslayable una intervención psicopedagógica que ayude al niño a estructurar sus propios recursos que le permitan controlar las respuestas impulsivas, planificar y organizar sus conductas.


Según el DSM-IV, (I) 6 o más de los siguientes síntomas de desatención han persistido por lo menos, durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente con el nivel de desarrollo:

Desatención
1. A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido
en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades.
     2. A menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades lúdicas.
     3. A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente.
     4. A menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos u obligaciones.
     5. A menudo tiene dificultad para organizar tareas y actividades.
     6.  A menudo evita, le disgustan las tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido.
     7.  A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades.
     8. A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
     9.  A menudo es descuidado en las actividades diarias.

(II) 6 o más de los siguientes síntomas de la hiperactividad- impulsividad han persistido por lo menos 6 meses con una intensidad desadaptativa e incoherente en relación con su nivel de desarrollo:

Hiperactividad

     1. A  menudo mueve en exceso manos y pies o se remueve en su asiento.
     2. A menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que
       permanezca sentado. 
     3. A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en las que es inapropiado
       hacerlo.
     4. A menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de
       ocio.
     5. A menudo está en marcha o parece que tenga un motor.
     6. A menudo habla excesivamente.

Impulsividad


1. A menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas.
      2. A menudo tiene dificultades para guardar su turno.
      3. A menudo interrumpe o estorba a otro

El enfoque terapéutico de la hiperactividad infantil ha evolucionado paralelamente a la concepción que el síndrome hipercinetico se ha detenido a lo largo de estas últimas décadas. Pasados los años en los que la hiperactividad era concebida como un trastorno principalmente conductual, enfocándose los tratamientos terapéuticos en torno a la modificación de conducta, se evoluciono hacia una concepción atencional del problema. Fueron los año en los que la intervención farmacológica alcanzo su pleno apogeo.
Años después, el estudio de la impulsividad y los posibles déficits cognitivos subyacente en el ahora denominado Déficit de Atención con Hiperactividad constituyeron el tema de investigación preferente. Los programas de tratamientos basados en el autocontrol y en el entrenamiento autoinstruccional. Hacia finales de los años setenta aparecieron investigaciones interesadas en controlar la influencia que podían tener estas terapias autoinstruccionales variables como: la actitud del terapeuta o el reforzamiento espontaneo. Este hecho, unido a los problemas de generalización que mostraban muchas de las investigaciones que aplicaban únicamente entrenamiento autoinstruccional, dio lugar a la inclusión sistemática de técnicas operantes en los paquetes integrados de tratamiento. La hiperactividad infantil comienza desde este momento con un enfoque cognitivo conductual.
Los tratamientos cognitivos conductuales designan, en la actualidad, a un ya amplio número de paquetes de estrategias encaminadas a palia los déficits cognitivos relacionados con la toma d decisiones entre alternativas, toma de perspectiva social, amplitud de estrategias de solución de problemas, percepción de emociones, etc.; y conductuales como tiempo fuera de tarea, ira contenida, desobediencia, comportamientos sociales negativos, etc. La amplitud d esta definición tiene su origen en la variabilidad de estos paquetes integrados de tratamientos. Se puede  decir que existen tantos como terapeutas intenten abordados.

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