El trastorno por Déficit de Atención e
Hiperactividad (TDAH), puro o asociado a un trastorno de la conducta, de las
emociones o del aprendizaje, es en la actualidad la problemática
más frecuente en psicopatología infantil. Su prevalencia es estimable entre 2 y
6 de 100 entre los escolares. La atención y la memoria de trabajo son los dos
pilares del llamado sistema ejecutivo; este se encarada de planificar la acción,
controlar la impulsividad y adaptarse flexiblemente a los cambios. Por eso, el déficit
primario de atención tiene consecuencias cognitivas y comportamentales
relevantes, y se acompaña en gran parte de los casos de una hiperactividad estéril.
El correcto diagnóstico, siempre sobre bases clínicas,
se realiza conjugando la información de los padres y de los profesores con la observación
directa del niño, y con los resultados de pruebas dirigidas a poner de manifiesto
sus capacidades. Muchos niños, considerados de primera mano como innatos y/o
hiperactivos en el medio académico o familiar, no representan sino variantes de
la normalidad, con buena capacidad adaptativa si se les propicia un entorno
adecuado. Otros están como “perdidos” en la escuela porque su capacidad
intelectual es limítrofe y/o tienen déficits en aprendizaje básicos, etc. La atención
implica intención, sobre todo en tareas que exijan cierto esfuerzo continuado.
Los juegos de computadora son trucos que gratifican a la persona cada pocos
segundos y así aparentar canalizar su atención durante largos ratos; pero son
muy diferentes de la vida misma. La televisión es en si misma un falseador de la
realidad, tanto para los niños como para los adultos, en cambio los juegos de
mesa donde se une la adecuada interrelación entre varios miembros, ya sean
familiares, amigos, etc. Supone una situación mucho más rica y real, con turnos
que respetar, decisiones a realizar, comentarios verbales, astucias y
emociones diversas, todo esto lleva a que la persona logre desarrollar capacidades que se encuentran bajas y/o aquellas que no se encuentran en el
sujeto, tanto a nivel cognitivo, afectivo, conductual, motor, valores, etc.
Los niños y niñas verdaderamente afectados de un déficit
de atención tienen disfunción del soporte cerebral para el control de la impulsividad y de la selección
de estímulos. Existen una abundante documentación sobre las bases biológicas (predisposición
genética, disfunción de neurotransmisores, etc.) de este trastorno en su forma
genuina. Una gran parte de los niños afectados se benefician de tomar alguna medicación:
Vías de ensayo para el TDAH. Pero, en cualquier caso, es insoslayable una intervención
psicopedagógica que ayude al niño a estructurar sus propios recursos que le
permitan controlar las respuestas impulsivas, planificar y organizar sus
conductas.
Según el DSM-IV, (I) 6 o más de los siguientes síntomas
de desatención han persistido por lo menos, durante 6 meses con una intensidad
que es desadaptativa e incoherente con el nivel de desarrollo:
Desatención
1. A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido
1. A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido
en
las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades.
2. A
menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades lúdicas.
3. A
menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente.
4. A menudo no sigue instrucciones y no
finaliza tareas escolares, encargos u obligaciones.
5. A
menudo tiene dificultad para organizar tareas y actividades.
6. A menudo evita, le disgustan las tareas que
requieren un esfuerzo mental sostenido.
7. A menudo extravía objetos necesarios para
tareas o actividades.
8. A
menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
9. A menudo es descuidado en las actividades
diarias.
(II) 6 o
más de los siguientes síntomas de la hiperactividad- impulsividad han
persistido por lo menos 6 meses con una intensidad desadaptativa e incoherente
en relación con su nivel de desarrollo:
Hiperactividad
1. A menudo mueve en exceso manos y pies o se
remueve en su asiento.
2. A
menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera
que
permanezca sentado.
3. A
menudo corre o salta excesivamente en situaciones en las que es inapropiado
hacerlo.
4. A menudo tiene dificultades para jugar o
dedicarse tranquilamente a actividades de
ocio.
5. A menudo está en marcha o parece que tenga
un motor.
6. A menudo habla excesivamente.
Impulsividad
1. A menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas.
1. A menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas.
2. A menudo tiene dificultades para guardar su
turno.
3. A menudo interrumpe o estorba a otro
El enfoque terapéutico de la hiperactividad
infantil ha evolucionado paralelamente a la concepción que el síndrome hipercinetico
se ha detenido a lo largo de estas últimas décadas. Pasados los años en los que
la hiperactividad era concebida como un trastorno principalmente conductual, enfocándose
los tratamientos terapéuticos en torno a la modificación de conducta, se
evoluciono hacia una concepción atencional del problema. Fueron los año en los
que la intervención farmacológica alcanzo su pleno apogeo.
Años después, el estudio de la impulsividad y los
posibles déficits cognitivos subyacente en el ahora denominado Déficit de Atención
con Hiperactividad constituyeron el tema de investigación preferente. Los
programas de tratamientos basados en el autocontrol y en el entrenamiento
autoinstruccional. Hacia finales de los años setenta aparecieron investigaciones
interesadas en controlar la influencia que podían tener estas terapias
autoinstruccionales variables como: la actitud del terapeuta o el reforzamiento
espontaneo. Este hecho, unido a los problemas de generalización que mostraban
muchas de las investigaciones que aplicaban únicamente entrenamiento
autoinstruccional, dio lugar a la inclusión sistemática de técnicas operantes
en los paquetes integrados de tratamiento. La hiperactividad infantil comienza
desde este momento con un enfoque cognitivo conductual.
Los tratamientos cognitivos conductuales designan,
en la actualidad, a un ya amplio número de paquetes de estrategias encaminadas
a palia los déficits cognitivos relacionados con la toma d decisiones entre
alternativas, toma de perspectiva social, amplitud de estrategias de solución de
problemas, percepción de emociones, etc.; y conductuales como tiempo fuera de
tarea, ira contenida, desobediencia, comportamientos sociales negativos, etc. La
amplitud d esta definición tiene su origen en la variabilidad de estos paquetes
integrados de tratamientos. Se puede
decir que existen tantos como terapeutas intenten abordados.
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