En la segunda mitad del siglo
pasado surgió un nuevo modelo dentro de la Psicología como disciplina
científica, el modelo Cognitivo, teniendo como personajes más ilustres a Albert
Ellis y Aaron Beck, quienes a pesar que inicialmente fueron formados dentro del
modelo psicodinámico empezaron a buscar otras alternativas que dieran tanto una
explicación más objetiva y profunda, así como soluciones más rápidas y
duraderas a los problemas psicológicos.
Aunque en un inicio Beck se
encargó de estudiar la depresión, más adelante también se avocaría a otras
patologías como los problemas de ansiedad.
El modelo cognitivo de la
depresión de Beck busca dar una amplia explicación en cuanto al origen y
mantenimiento, así como en la manera de abordar esta patología. Para tal efecto
este modelo se vale de tres conceptos principales; los esquemas, los errores
cognitivos y la triada cognitiva. A continuación revisemos brevemente cada uno
de ellos.
Los esquemas
Los esquemas son entendidos como
un conjunto de patrones cognitivos relativamente estables en el tiempo que se
forman a lo largo de las diversas experiencias desde la infancia, es decir, no
son producto de una única situación sino de la recurrencia de situaciones
similares que por algún u otro motivo
tienen un alto grado de significancia en la vida de una persona. Son el
“filtro” a través del cual la persona localiza, diferencia y codifica los
estímulos (o situaciones) con los que se enfrenta día a día. Dicho en otras palabras,
a través de sus esquemas los hombres interpretan y dan un significado a las
cosas, dándoles un significado particular y que obviamente varía de la
interpretación que hacen los demás. Asimismo, debido a su relativa estabilidad
en el tiempo, los esquemas son los responsables de que las personas tiendan la
mayor parte del tiempo a interpretar situaciones similares de la misma forma.
De otro lado, es necesario
recalcar que no todos los esquemas se encuentran activos todo el tiempo, pues
de hecho hay muchos que permanecen en un
estado inactivo incluso por varios años y son activados solamente cuando la
persona atraviesa por situaciones iguales o similares a aquellas en las que
dichos esquemas tuvieron origen. Por
ejemplo, si un niño es abandonado por su madre y meses después su padre tiene
que irse al extranjero por razones laborales, probablemente haya formado
esquemas de pérdida determinados, los cuales serán activados en un futuro ante
situaciones de pérdida similares como la muerte de un ser querido o la ruptura de
una relación amorosa y no así ante situaciones de otra índole como
problemas financieros o con compañeros
de trabajo.
Cuando una persona que no padece
depresión se enfrenta a una situación determinada, ésta activa un esquema adecuado
a través del cual interpreta cada uno de
los estímulos que conforman la situación, teniendo como resultado conclusiones
objetivas y realistas. Sin embargo, cuando un depresivo se enfrenta a una situación,
ésta activa un esquema idiosincrático que lleva a la persona a centrarse selectivamente
en aquellos estímulos que guardan relación con el esquema activado,
interpretando distorsionadamente las cosas en función de su historial de
experiencias negativas sin detenerse a analizar que tan objetivas, realistas o probables
sean esas nuevas conclusiones a las que acaba de llegar.
Errores en el procesamiento de la
información
La intrusión de los esquemas
idiosincráticos en el procesamiento de la información, es decir, en el emparejamiento ordenado de esquemas
adecuados y situación, determinan los errores cognitivos, también llamados distorsiones
cognitivas o pensamientos automáticos, que no son más que las conclusiones
distorsionadas a las que la persona llega luego de analizar la situación.
Beck distingue 6 tipos distorsiones
cognitivas:
1. Inferencia
arbitraria: sacar conclusiones anticipadas, sin tener evidencia para pensar de
esa forma.
2. Abstracción
selectiva: centrarse sólo en determinados aspectos, en especial los negativos.
3. Generalización
Excesiva: establecer reglas generales en base a uno o pocos hechos aislados.
4. Maximización
y minimización: infravalorar o subestimar los hechos.
5. Personalización:
Atribuirse a sí mismo cualquier acto o palabra que los demás hagan y digan.
6. Pensamiento
absolutista o dicotómico: Interpretar las cosas en función a dos polos opuestos
como puede ser; bueno o malo, sucio o limpio, etc.
La triada Cognitiva
La triada cognitiva implica un
conjunto de esquemas que llevan al depresivo a evaluar de forma negativa y poco
realista sus experiencias pasadas, sus experiencias futuras y a sí mismo,
maximizando o prestando atención sólo a los aspectos negativos de una situación
determinada y subestimando o ignorando los positivos. El depresivo usualmente
considera no tener los recursos intelectuales ni emocionales para enfrentarse a
la vida y si cree tenerlos está seguro que no son suficientes para triunfar y
ser feliz, cree ser un incompetente, poco afortunado y lleno de defectos que lo llevan a cometer
errores todo o casi todo el tiempo, por lo que tiende a valorar sus
experiencias pasadas en términos de derrota y fracaso, criticándose y
arrepintiéndose por sus actos y creyendo siempre que pudo haberlo hecho mejor o
no tan mal. Además, debido a que piensa que su “mala suerte” continuará y que
no existe solución para sus problemas, se prepara para perder y sufrir tanto en
cuanta actividad nueva y compleja se incursione como en aquellas más rutinarias
y sencillas, llegando a abandonar cualquier tarea que demande esfuerzo y
perseverancia.
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